Estados Unidos ataca instalaciones nucleares de Irán en una demostración de fuerza sin precedentes.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó el sábado 21 de junio de 2025 que su país había llevado a cabo ataques contra tres instalaciones nucleares en Irán.
A través de la red social Truth Social, Trump detalló que la operación había concluido “con gran éxito” y que las instalaciones afectadas eran Fordo, Natanz e Isfahán, asegurando que “las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido total y completamente destruidas”.
El mandatario estadounidense afirmó que su objetivo primordial era la “destrucción de la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán” y la eliminación de la “amenaza nuclear” que, según él, representaba el Estado patrocinador del terrorismo número uno en el mundo. Estos ataques fueron calificados como un “éxito militar espectacular”.


Los ataques en territorio iraní se realizaron en coordinación directa con Israel, una confirmación que llegó tanto del presidente Trump como del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Netanyahu, por su parte, felicitó a Trump y reiteró la premisa de “la paz a través de la fuerza”, señalando que “primero viene la fuerza, luego la paz”.
La agencia de noticias Reuters informó que en la operación participaron bombarderos B-2, y funcionarios del Departamento de Defensa confirmaron el uso del penetrador de municiones masivo (MOP) GBU-57A/B. Esta es la bomba no nuclear “rompebúnkeres” más grande del mundo, de propiedad exclusiva de Estados Unidos, diseñada para penetrar complejos subterráneos como el de Fordo, que se encuentra profundamente enterrado en una montaña. El ataque estadounidense se produjo apenas dos días después de que Trump anunciara que tomaría una decisión sobre la intervención en un plazo de dos semanas.
La participación directa de Estados Unidos en este conflicto generó una honda preocupación por una posible escalada de la tensión en Medio Oriente. Trump, en una declaración televisada, advirtió a Irán que debía “hacer la paz”, y amenazó con que, “si no lo hacen, los ataques futuros serán mucho más grandes y mucho más fáciles”. Aunque fuentes como CBS, asociada de la BBC, indicaron que Estados Unidos se había comunicado por canales diplomáticos con Irán antes de los ataques para aclarar que su intención no era un cambio de régimen, sino el debilitamiento del programa nuclear iraní. Previamente, Trump había manifestado no tener la intención de asesinar al líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei.

Horas antes del bombardeo, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi, había calificado una intervención estadounidense directa como “muy, muy peligrosa”. A pesar de los ataques, las autoridades iraníes confirmaron que las tres instalaciones mencionadas por Trump ya habían sido evacuadas, y que Irán “no sufrió un golpe importante porque los materiales ya habían sido retirados”.
La instalación de Fordo es una planta de enriquecimiento de uranio subterránea, situada a unos 96 kilómetros al sur de Teherán, compuesta por túneles que albergan centrifugadoras. Expertos de la BBC señalaron que este es un momento “trascendental” en el conflicto, con implicaciones potencialmente enormes para la seguridad estadounidense, dado el despliegue de aproximadamente 40.000 soldados de EE. UU. en la región.
La amenaza de los hutíes, respaldados por Irán, de reanudar los ataques contra buques estadounidenses en el Mar Rojo, sumó una capa adicional de temor a posibles represalias iraníes contra activos de EE. UU. y militares en la región, y, por supuesto, contra Israel.

